Ayuno digital. Ignorancia selectiva. Y productividad.
“Creemos que hay muchos servicios que son gratis, pero no, nosotros somos el producto.” — Tristan Harris
Sin darnos cuenta, formamos parte de una generación que pudo sentir el sabor de la libertad analógica antes de la era completamente digital. Es más, somos parte de la transición hacia la locura de lo espontáneo, testigos de la magia de un click.
Hoy, somos producto en oferta constante de las compañías que manejan las redes sociales y a nosotros mismos, guiando nuestra conducta hacia los objetivos de sus clientes. Insertan constantemente en nuestras mentes la necesidad de comprar tal o cual cosa, espiando nuestros intereses a través de los accesos que les damos desde nuestros teléfonos.
Estas empresas pelean por nuestra atención todo el tiempo. Esto, perjudica enormemente a nuestra capacidad de foco hacia nuestros objetivos personales. Me di cuenta, hace un tiempo que no podía pasar mucho tiempo sin caer en la necesidad de scrollear el timeline del Twitter o el Instagram, porque “debía” estar al tanto de lo que acontecía.
Por eso decidí realizar un ayuno digital y tener una ignorancia selectiva, para concentrarme en mi mismo, mi familia y mis objetivos a corto y largo plazo. El síndrome de FOMO (“fear of missing out”) o el temor de perdernos algo, es un miedo completamente irracional que nos estresa sin darnos cuenta.
La ignorancia selectiva es ese esfuerzo consciente para eliminar información completamente innecesaria para nuestras vidas. Por ejemplo, el divorcio de tal o cual jugador de fútbol, algún video viral gracioso quizás o un evento soso que no nos compete. Esta ignorancia selectiva, nos ayuda a estar en foco, porque elimina fuentes de distracción.
Esta dieta digital, que va desde la eliminación de las apps de redes sociales del teléfono hasta programar un tiempo diario para leer o escribir, busca aumentar mi productividad y mi foco hacia lo realmente importante.
Sumar a esto, el buen sueño, el ejercicio y el descanso, para lograr, o al menos, intentar ser humanos más libres y enfocados a vivir y no a formar parte del rebaño atento a las últimas notificaciones.
Al desafío se suma nuestro orden en el uso de aplicaciones como Whatsapp que están presentes desde que nos levantamos y que generan un aumento patológcio del cortisol mañanero, más aún si de lo laboral se trata. A este ayuno digital, voy a sumar el uso racional de esta aplicación, aclarando a los que compete, que si es una urgencia, el medio es una llamada.
Que este 2022 nos encuentre más unidos a las personas, y menos a las pantallas.