Los cireneos somos todos

Juan Andrés Del Puerto
3 min readApr 2, 2021

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En tiempos difíciles como estos, donde nos toca cargar no una cruz sino varias cruces, es bueno revivir la visión sobrenatural de nuestra propia existencia. Simon de Cirene, personaje bíblico que atropelló a la masa para ayudar a Jesús a cargar la Cruz, es fiel ejemplo del llamado que tenemos a diario.

Despertemos del sueño de la superficialidad de las redes sociales, los egoísmos y el consumismo que nos invita a perdernos en vanos deseos materiales e instantáneos.

Si bien tenemos nuestra propia carga, hoy podemos ser el Cireneo de alguien y alguien quizás también sea cireneo nuestro. La Semana Santa es un tiempo de reflexión que si aprovechamos podemos volver al camino que nos han enseñado de chicos, seguir el rastro de Cristo en el servicio a los demás para alcanzar la plenitud de la Gloria Eterna.

He leído este poema del señor José Antonio Gallego Gordillo, y me ha calado hondo en el corazón:

¿Quién ha dicho esas historias?,
¿que el Cristo este año no sale?,
si está vestido de blanco,
de azul, en los hospitales…

¿Quién dice que el Nazareno
no puede hacer penitencia,
si están todos atendiendo
a enfermos en las urgencias?

¿Cómo que Jesús Caído
no saldrá el Miércoles Santo?
Mírale tú en nuestros médicos
que caen rendidos, exhaustos,
con humildes cireneos
ayudando a cada paso:
celadores, enfermeras, administrativas,
codo a codo, sin descanso.

Igual que en la Borriquita
pasó Jesús por la tierra,
nuestros héroes camioneros
pasan las noches en vela
para abastecer mercados
de barrio, farmacias, tiendas…

Ejército, Guardia Civil, Policía,…
patrullan calles desiertas,
y no están con sus familias
sino cuidando a las nuestras.
Y lejos de las ciudades,
Jesucristo está doblado
sobre los surcos de tierra,
se hace a la mar en un barco,
tiende cables, cava pozos
o pastorea el ganado.

Nadie diga que el Señor
no está en las calles presente,
cuando en las Iglesias solitarias
los Sacerdotes celebran Misa diariamente.

Nadie diga que el Cautivo
no va a salir este año,
mientras haya una voz buena
llamando al que está encerrado.

Nadie diga que el Gran Poder
no va en su anda,
cuando tantas vidas orantes
se ofrecen y aman.

Con cansancio en la mirada,
con buen humor, sin fallarnos,
también Cristo está presente
en cualquier supermercado,
reponiendo estanterías
o a pie de caja cobrando.

Jesús viene en un camión
de blanco y verde pintado,
recoge nuestros desechos
y se va sin ser notado.

Cuando veo a tanta gente
que a los suyos ha enterrado,
siento que también salió
la Piedad del barrio bajo,
la Virgen de las Angustias
con su Hijo en el regazo.

Y aunque a todos nos asuste
el pasar por el Sepulcro,
ahí está la fortaleza
de Aquel que ha vencido al mundo.

Tal vez no haya procesiones
con imágenes talladas
pero ya ves, Cristo sale
al encuentro de tu alma,
en mil rostros escondido,
sin cirios y sin campanas.

Que aunque no haya procesiones
por España en primavera,
seguirá oliendo el incienso
que pone su gente buena.

El amor salta las tapias,
el corazón no se encierra;
será una “Semana Santa”
más que nunca, y verdadera.

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